sábado, 26 de diciembre de 2020

Recapitulación

Este año nos ha demostrado que, a pesar de lo avanzados que estábamos, todo se ha trastocado por un ser que los científicos todavían dudan si meterlo en el grupo de organismos vivos o no. De momento, clasificarlo como «microorganismo acelular parásito obligado» parece lo más acertado.

Lo que parecía en un primer momento un brote endémico, desgraciadamente se convirtió rápidamente en una epidemia y, al final, gracias a su fácil propagación y capacidad de contagio, en la nueva pandemia del siglo XXI. Rondamos las decenas de millones de casos de infectados y rozamos casi los dos millones de fallecidos. Son demasiadas vidas humanas perdidas fundamentalmente por una acumulación de factores, inherentes al propio virus (fácil transmisión e infección) y externos. Entre estos últimos, destacan la neglicencia de autoridades gubernamentales y la confianza puesta en la responsabilidad individual. La creencia en que todos las personas del mundo pondríamos de nuestra parte para hacer frente a la pandemia siguiendo los consejos de expertos y personal sanitario ha sido, francamente, decepcionante. Entre negacionistas, extremistas de diversa índole política y religiosa, gente que hacía lo que le venía en gana y demás irresponsables, el número de contagiados no ha parado de aumentar. Sin embargo, parece que la situación va estabilizándose; mas no mejora tan rápido como desearíamos.

Quisiera hacer un inciso aquí. No quiero meterme en polémicas absurdas de quién tiene mayor o menos culpa en que todo este siga desarrollándose de esta forma. Todos saben perfectamente qué han hecho mal y qué han hecho bien. Allá cada uno con su conciencia, de si le pesarán esos remordimientos de haber negado lo evidente hasta que ha sido demasiado tarde.

Por otra parte, sí que me gustaría destacar la resiliencia de la mayoría de la gente. En cierta medida, es reconfortante ver cómo estamos superando lo peor, gracias a la generosidad y sacrificios hechos con la esperanza puesta en el que el próximo año sea mejor.

Por el momento, ya tenemos algo con qué contraatacar: la tan ansiada vacuna (varias, en realidad). Al final, parece que sí que nos han ayudado todos nuestros avances científicos para hallar una respuesta eficaz al mayor problema que nos ha planteado este año. Por no hablar ya de cómo las nuevas tecnologías informáticas y de la comunicación han ayudado en el mundo laboral, académico y de la educación. De tal forma que, el tiempo en que no pudimos tener contacto directo con nuestros amigos y compañeros, no fuera echado a paerder en los infames confinamientos. En conclusión, de hasta una terrible situación, uno puede aprender y beneficiarse de alguna manera sin que sienta que ha sido un año perdido (en sus estudios, por ejemplo).

Ya estamos llegando al término de este año. Un año que muchos preferirán relegarlo para siempre en los libros de Historia. No obstante, creo que deberíamos tener muy presente todo lo que ha sucedido. Debemos aprender de los errores, corregir en qué hemos fallado y mejorar en lo posible para avanzar y, sobre todo, no olvidar a aquellos que perdimos. Demos un nuevo paso en la dirección correcta hacia la prosperidad.

Ánimo y mucha suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario