lunes, 22 de junio de 2020

A favor del papel en el registro de la Historia


En estos tiempos que vivimos, especialmente con la crisis sanitaria mundial, mucha gente se ha dedicado a llevar un diario o registro, a anotar y publicar en sus blogs y redes sociales sus vivencias durante el estado de alarma. Las personas lo han hecho tanto para dar a conocer a los demás en tiempo real lo que les estaba pasando, como para que quedase constancia para las generaciones venideras.

Cuando los nietos de los que hoy hemos superado la pandemia nos pregunten cómo fue, qué hicimos durante esos difíciles momentos, podremos poner en nuestro regazo a nuestros pequeños y les deleitaremos con las historias que vivimos con nuestras propias palabras gracias a que, si nos fallase la memoria, las tendríamos escritas.
Actualmente, mucha gente, en particular los profesionales del periodismo y de ramas afines, debaten de lo importante que esta u otra aplicación, o de si este o aquel programa es mejor para su trabajo, o cuál es el software que mejor les ayuda a llevar un registro eficiente de sus anotaciones y tenerlo todo bien ordenado y guardado, para que sea accesible fácilmente la próxima vez que lo necesiten. Sin embargo, no comparto del todo estas opiniones. De aquí en 10 años, ninguna de estas apps ni programas informáticos ni aparatos electrónicos seguirán presentes, ya ni hablemos dentro de 20 o 50 años.
Permítanme hacerles las siguientes preguntas: ¿Dónde quedaron aquellos dispositivos que nos permitían acceder y consultar los archivos almacenados en sistemas de almacenamiento ya en desuso? ¿Qué ha sido de los cilindros de fonógrafo, las bobinas magnéticas de los magnetófonos, las unidades Zip, los disquetes, los LaserDisc, las cintas VHS y Betmax, entre otros? Muchos de los datos ahí almacenados son hoy en día terriblemente complicados de acceder, por no decir que algunos sean ya irrecuperables. Por ejemplo, ¿recuerdan la última vez que usaron un disquete o —algo más moderno— un CD en casa o en el trabajo para escribir, leer o guardar información? Ahora tenemos todos nuestros documentos, trabajos, fotografías, vídeos y demás archivos almacenados de forma electrónica, ya sea en discos duros internos en el ordenador o externos, en memorias USB (pen drive), en tarjetas de memoria flash (por ejemplo, las mini- y microSD), etc. Las ventajas de estos sistemas son claras: presentan una gran capacidad de almacenamiento y son fáciles tanto a la hora de usarlos como acceder a los archivos de interior. Una vez conectados al ordenador o a un dispositivo móvil —smartphone o tablet—, el acceso a la información es instantáneo. Simplemente hay que o bien pulsar (click) en el icono del documento y abrirlo o bien usar la app correspondiente. Sin embargo, es ahí donde reside el problema: se requiere de un software para poder acceder, leer y editar los datos, aquellos que estaban en ese texto que contenía la información tan relevante que querías publicar para que los demás también pudieran tener acceso a ella. Pero, sin la aplicación adecuada, esto sería imposible.
La historia de la informática y de los ordenadores nos ha demostrado que, aparte de tener las infames copias de seguridad, hay que tener los datos en formato físico, es decir, en papel.
Efectivamente, en papel. ¿Por qué? Pues, porque (a diferencia de las apps) del papel se ha demostrado su perdurabilidad a lo largo de cientos de años, incluso en estados excelentes si las condiciones son las adecuadas. Ahí siguen los libros de hace uno o más siglos en la Biblioteca Nacional que todavía pueden consultarse.
Espero que también les sirva como ejemplo más personal la experiencia de este humilde servidor, que aún conserva cuadernos de su etapa escolar donde, con solo pasar las páginas de los mismos, uno ya puede leer los apuntes escritos en el papel sin dificultad alguna (salvando la dudosa y aceptable legibilidad de la caligrafía de un niño). En cambio, los disquetes que aún conservo en algún cajón con los trabajos escolares no puedo leerlos; los ordenadores ya no llevan disqueteras, por no hablar que, la última que intenté leer uno en concreto en un viejo ordenador, los datos estaban corrompidos la información que hubiera ahí dentro se había perdido para siempre. Así que, los escritos de mis viejos cuadernos, incluso estando el papel amarillento y la tinta hubiera perdido parte de su tono, pueden y podrán todavía ser leídos durante bastantes años.
En consecuencia, si van a llevar un registro y/o lo han hecho durante estos meses pasados sobre los hechos acaecidos, les aconsejaría que también los tengan en papel, ya sea que lo impreso desde vuestra app favorita o incluso a escrito a mano. No podemos permitirnos el lujo de almacenar una información en soportes efímeros cuando es una parte crucial del Conocimiento Humano. Finalmente, en mi opinión, deberían usar un buen papel si quieren preservar esta parte de la Historia, especialmente si de verdad les importa salvaguardarla para las próximas generaciones. 

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